Pedro Puente Rozo, experto en Neuropsicología Clínica, advierte sobre la importancia de reconocer los primeros síntomas del párkinson y los avances en su tratamiento.
El párkinson es una enfermedad neurodegenerativa que afecta principalmente el sistema motor, aunque en algunos casos también puede asociarse con demencia. Esta enfermedad se caracteriza por el daño en una región del cerebro conocida como el mesencéfalo, lo que interfiere en la producción de dopamina, una sustancia clave para la regulación del movimiento y el tono muscular.
Entre los primeros signos de alerta se encuentran los temblores, especialmente en las manos. Este síntoma puede confundirse inicialmente con el temblor esencial, una condición que también afecta la capacidad de realizar tareas cotidianas como escribir, comer o firmar.
Pedro Puente Rozo, experto en Neuropsicología Clínica, explicó que el párkinson progresa con rigidez muscular, dificultad para caminar y una pérdida gradual de la movilidad. “Es un trastorno progresivo que afecta significativamente la vida de quienes lo padecen”.
El impacto del Parkinson no solo afecta al paciente, sino también a su entorno familiar. La pérdida de la funcionalidad en el individuo conlleva, en muchos casos, la necesidad de un cuidado constante. Esto puede tener repercusiones emocionales y físicas tanto en el paciente como en el cuidador, quien muchas veces ve alterada su vida personal y profesional al asumir la responsabilidad del cuidado. El estrés y el agotamiento del cuidador son aspectos que deben ser abordados para garantizar una mejor calidad de vida para ambos.
En cuanto a los avances médicos, se han desarrollado tratamientos que incluyen medicación y técnicas de estimulación cerebral a través de electrodos implantados en áreas específicas del cerebro. Estos procedimientos han demostrado ser efectivos para controlar los síntomas motores y mejorar la calidad de vida del paciente, al reducir la rigidez muscular y mejorar la capacidad de movimiento.
El investigador asegura que a pesar de los avances en el tratamiento, aún persisten muchos mitos sobre el Parkinson y otras enfermedades neurodegenerativas.
“Durante siglos, algunas afecciones neurológicas como la epilepsia eran vistas como posesiones demoníacas, y en el caso del Parkinson, ciertas creencias religiosas erróneas lo han catalogado como un «castigo divino». Sin embargo, la comunidad científica subraya la importancia de desmitificar estas ideas y buscar apoyo médico y psicológico especializado”, dijo Rozo.
Finalmente, Puente Rozo hace hincapié en la necesidad de brindar un acompañamiento integral a los pacientes de Parkinson. Las familias deben considerar buscar ayuda de equipos de salud especializados y, en algunos casos, evaluar la posibilidad de recurrir a centros de atención especializados, que pueden ofrecer el cuidado necesario sin desvincular al paciente de su entorno familiar.